Al filo de la paz

Durante años, a muchos europeos, al preguntarse por aspectos positivos de Colombia, les venía a la mente poco más que su excelente café. La imagen del país al norte de Sudamérica, entre el Caribe y el Pacífico, se deformaba bajo el estigma del narcotráfico y del conflicto del Estado y los rebeldes de las FARC cuyos intentos de solución parecían destinados al fracaso. Sin embargo, poco a poco vemos más allá del conflicto y, a raíz del proceso nacional de pacificación, el mundo ve a Colombia con esperanza: en otoño de 2016 el presidente colombiano Juan Manuel Santos recibe el premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos de negociar con la guerrilla tras más de cincuenta años de conflicto.

Esta nación de casi 50 millones de habitantes se ha convertido en modelo ejemplar de los países “en vías de desarrollo” y se ve al iniciar el siglo XXI ante la misión de reforzar su tradición democrática que ya desde 1886 se proclama por escrito siguiendo las bases alguna vez sentadas por los Estados Unidos de América.

Su capital, Bogotá, se caracteriza por una vibrante vida cultural que le ha valido la fama de la “Atenas de Sudamérica”. La escena teatral bogotana con sus estrategias de trabajo colectivo tiene enorme influencia en el resto del continente sudamericano. Entre los representantes más destacados de la cultura colombiana tenemos al premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez y al pintor y escultor Fernando Botero.