Crema batida entre las piernas

por Georg Kasch
Versión en español por Margarita Borja

Heidelberg, 14 de febrero de 2017. El sexo vende. Cuando la agrupación cubana Osikán habla sobre la prostitución masculina en Cuba, la sala de teatro Alte Saal está que revienta. Después de todo, el tráiler prometía tipos tan guapos como desnudos, la descripción anunciaba echar por tierra algunos mitos estigmatizados. Y más que nada: Cuba y homosexualidad huelen como a opresión y pasión, a lucha y orgullo.

Nada de eso se muestra en "BaqueStritBoys". El director José Ramón Hernández nos ha montado un abultado collage que rehúye el erotismo. Desde escenas pregrabadas escuchamos las voces (a momentos distorsionadas) de prostitutos masculinos contándonos sobre su trabajo, sus vidas: que sus familias no tienen idea de lo que hacen, que para uno se trata solamente de dinero mientras que otros también están conformes con el sexo. Pero en realidad todos hablan de dejarlo. Más tarde aparece un vídeo con dos despampanantes mujeres trans que se prostituyen, dos chicas alegres que han experimentado lo que es la violencia, la marginalidad pero también el valor de la amistad.

Entre la máscara y la verdad

Un abogado nos cuenta por qué lucha por los derechos de los prostitutos. Y escuchamos el testimonio de un cantante que por su voz andrógina solo encontró acogida como parte del elenco de un show de drag queens que se volvió famoso. Pero él no ha dejado de ser un don nadie relegado de la posibilidad de hacer carrera. Es un instante intenso cuando entre dos canciones poderosas se revela un ser humano con sus contradicciones, entre la máscara y la verdad.

Y entre testimonio y testimonio vemos sobre el escenario a tres performers desnudos que chocan entre ellos mientras van sacando de unos costales puñados de ripio que esparcen empolvando el aire y las tablas. Uno se pinta la boquita de rojo, se la despinta, se la vuelve a pintar. Su compañero le embute varias bananas en la boca hasta hacerlo atragantarse. El tercero tiene una batidora y se dedica a batir crema en su regazo para después untársela en el pecho. Al levantarse, la espuma que ha quedado en su entrepierna se despliega formando una concha. Léase: una concha.

Cuando te sacan el dedo medio

Así juegan Hernández y el equipo de Osikán con los símbolos eróticos. Procuran reinterpretarlos aunque a menudo empalidecen y parecerían dispuestos arbitrariamente, sin cadencia. La velada transcurre sin llegar a tomar vuelo, y esto a pesar del esfuerzo físico de los performers. A veces se tiene la sensación de que un reportaje hubiera podido transmitir de mejor manera la información esencial sobre el tema y probablemente no daría la impresión de ser tan obviamente didáctico. No se define nada, no se cuestiona, lo cual hubiera resultado bastante interesante en especial a partir de los testimonios originales con su paleta de contradicciones.

Y así hasta el final, cuando de repente se obliga al público a enfrentarse con las preguntas proyectadas sobre el escenario vacío: que si alguna vez nos hemos valido de sexo para alcanzar algún propósito, que cómo nos sentimos ahora en relación con los actores, que cuánto pagamos por la velada y qué cosa esperábamos ver. Se enciende entonces la luz roja en la sala y el escenario permanece vacío durante el aplauso final. Ahora sí es el turno de Osikán de rechazarnos a nosotros, los voyeristas, sacándonos el dedo medio. Y nos viene bien.

BaqueStritBoys
Osikán
Texto y dirección: José Ramón Hernández / Dramaturgia: Yohayna Hernández, Marta María Ramírez / Gráfica y vídeo: Roberto Ramos Mori / Música: Oscar Sánchez.
Elenco: Alaín Cantillo, Cesar Milagros, David Izaguirre.
Duración: 70 min

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