Las cosas realmente terribles

por Georg Kasch
Traducción Margarita Borja

Heidelberg, 8 de febrero de 2020
¿Qué se está representando aquí? En una habitación con paredes de baldosas blancas, algo como entre una oficina ascéptica y una cámara de torturas, cuatro personas vestidas de formales trajes luchan por… por... ¿por qué luchan? ¿Por recobrar la calma, por develar la verdad, por demostrar su versión de la historia?

Un hombre “normal” secuestra a tres bebés

Luchan más bien por otra cosa: hallar las posibles razones por las cuales la situación en Chile es la que es. La excusa para los interrogatorios que se suceden en escena es el acontecimiento que da título a la obra: la muerte y explosión de un anarquista chileno. El 22 de mayo de 2009, Mauricio Morales perdió la vida cuando una bomba casera explotó por equivocación en su propia mochila.

¿Por qué? Aquello tampoco nos queda claro, así como todas las otras historias narradas fragmentariamente a lo largo de la propuesta teatral de Juan Pablo Troncoso: un hombre secuestra a tres bebés y una embarazada, una mujer sueña que roba un banco, otra se descubre los senos porque a fin de cuentas todos se los están mirando, unos jóvenes de clase alta insultan a un soldado, y todos se quejan de lo hiper ideologizada que es hoy en día la vida.

El director Gonzalo Venegas ha colocado estas confesiones, delirios y excursiones imaginarias en el marco de un interrogatorio: uno habla, los otros callan, graban, hacen como si plantearan preguntas. Una y otra vez cambian las constelaciones y así también el carácter de los interrogatorios: algunas veces en código, a veces respetuosos, otras furiosos y amenazantes. En algún momento se juntan Constanza Muñoz, Ximena Sánchez y Nicole Sazo apretujadas como un solo ser, y sus bocas cotorrean como las de un monstruo de cuatro cabezas. Y Esteban Cerda, magníficamente exaltado, repite que se trataba de un hombre “normal” el que secuestró a los bebés, y con “normal” todos entendemos enseguida que se refiere a un hombre blanco, heterosexual, de clase media: así de sencillo es llegar a tan fundamental desenmascaramiento.

Agentes secretos enloquecidos

¿Es que los cuatro personajes son agentes secretos enloquecidos intentando aparentar ante los otros, transformados en sus mayores enemigos para acercarse a ellos? ¿O se trata de ciudadanos atemorizados que a puerta cerrada se dedican al boxeo de sombra para combatir a sus enemigos interiores? Durante mucho tiempo están convencidos de que es imposible abandonar la habitación donde se encuentran. Pero entonces se desplazan las paredes y el espacio discursivo se reduce a un mínimo. Poco a poco los muros se van cubriendo de garabatos y consignas contra el Gobierno chileno y el sistema neoliberal. Al final construyen un búnker triangular, el último refugio de una clase social en peligro de extinción.  

Pobreza, opresión, asesinato

Pues a eso apuntan finalmente todos esos textos, a momentos confusos pero también muy graciosos, presentados en escena con un sentido muy preciso de la distorsión grotesca: giran alrededor de esa obsesión cuasi erótica que cierta clase social tiene por el dinero, su miedo desesperado a perder su estatus, su falta absoluta de empatía. Y todas estas historias, en parte absurdas y telenovelescas, se nos aparecen al final como un intento de no verse obligados a hablar de las cosas realmente terribles: la pérdida de la solidaridad, la pobreza, la opresión, el asesinato.

Al igual que en la obra colombiana “Cuando estallan las paredes”, asistimos en “Muerte y explosión de un anarquista chileno” al mismo fenómeno: atentados planificados por motivos sociales y políticos que terminan por volcarse contra sus propios autores. Pero los frentes están tan endurecidos que el diálogo es casi imposible. Cuando las bombas tampoco sirven de nada, ¿entonces qué? En el momento del aplauso, los artistas despliegan una pancarta: “CHILE, ESTADO ASESINO. LIBERTAD A LXS PRESXS POLÍTICXS”.

 

Muerte y explosión de un anarquista chileno
De Teatro La Junta

Dirección: Gonzalo Venegas / Dramaturgia y asistencia de dirección: Juan Pablo Troncoso
Escenografía, vestuario y diseño gráfico: Manuela Mege / Iluminación: Pablo Mois / Sonido: Daniel Marabolí / Realización de escenografía: Pedro Mege / Producción: Isidora Tupper / Fotografía y video: Nicolás Videla

Elenco: Esteban Cerda, Constanza Muñoz, Ximena Sanchez, Nicole Sazo

Duración: 1 hora 30 minutos, sin intermedio

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