Pero entonces, ¿cómo resistir?

por Georg Kasch

Traducción: Margarita Borja

Heidelberg, 1.° de febrero de 2020

“Cantar no soluciona nada” es un dicho entre gente de teatro. Es verdad. Cuando estamos ante una situación tan desesperada como esta, lo único que podemos hacer es echarnos a llorar: Pamina se debate entre la vida y la muerte en un hospital. En una larga secuencia de delirio febril nos enteramos por qué: la sociedad ha destruido a esta niña. El tío Sarastro abusa sexualmente de ella, la madre reina se interesa solo por sí misma y Tamino es un postromántico cursilón, con sus flores artificiales y dudosos planes matrimoniales.

Así que cantar no soluciona nada. ¡Qué bello que lo hagan de todas maneras! Pues para acompañar a la amarga reactualización de Guillermo Calderón a partir de la fábula ejemplar de Wolfgang Amadeus Mozart y Emanuel Schikaneder, Horacio Salinas ha compuesto una música cautivadora que abraza todas las influencias posibles: las melodías de Mozart se encuentran con Madonna: “Like A Virgin”, el tango con un aria de Puccini: “O mio babbino caro”, la Nueva Canción con romanticismos ingenuos. Y todo esto lo convierte Salinas en un paisaje musical cálido, profundamente humano, en tono de canción, suave y pegajoso en su guiño al Tropicalismo, y tan emotivo que las lágrimas le saltan a uno inesperadamente.

Llorando bajo estrellas y palmeras

Mientras que las letras musicales de Julieta Venegas, unas veces satíricas y otras poéticas, llegan al corazón de los conflictos de los personajes. Y Antú Romero Nunes cree en sus palabras. Así por ejemplo, cuando la madre de Pamina canta “llorar y llorar y llorar”, las conchas vacías de expresión resultan la oportunidad ideal para que Mané Pérez se haga selfies lacrimosos al pie de la cama de su hija.

Ya la larga lista de participantes de seis nacionalidades, maestros cada uno en su área, predecía que este sería un proyecto monumental que construiría puentes intercontinentales y lingüísticos. Sin embargo, el resultado no tiene nada de almidonado ni de fórmula de Festival. Al contrario: Romero Nunes pone en escena esta ópera con relativa austeridad. Todo parecería transportable. Al hospital lo reconocemos por las paredes blancas, una cama y los formidables músicos (entre ellos el compositor tocando la percusión) con vendajes que los convierten en pacientes. Atrás se esconde el mundo de ensueño y pesadilla de Pamina: usando cadenas de luces, el escenógrafo Matthias Koch evoca el famoso cielo estrellado creado por Friedrich Schinkel para “La flauta mágica”, mientras que unas palmeras evocan el exotismo del paisaje de la ópera original y al mismo tiempo la flora latinoamericana.

Por un lado, Romero Nunes traza con demasiada obviedad sus personajes, por otro lado evita caer en clichés a la hora de repartir atípicamente los roles: la Pamina de Mariana Villegas no es ni princesa heroica ni víctima, sino una extraña muchacha chillona con exceso de temperamento. El Tamino de Sheila Eckhardt es tan afectadamente cool como un imitador de James Dean. El untuoso y arrogante Sarastro de Mariananda Schempp, con su traje relleno y sus brazos demasiado cortos, andanea como un dinosaurio sobre las tablas: una imagen grotesca cuya monstruosidad acentúa su presencia perturbadora, en la cual quizá se vislumbra una evocación del presidente chileno Piñera. El hecho de que no nos quede claro si la enfermera Papagena de Jonah Moritz Quast es un rol ocupado a la inversa o simplemente un hombre gay, forma parte de las imprecisiones que dejan en el espectador un cierto grado de agradable irritación.

Todo es político

No obstante existen momentos en que nos encontramos ante vacíos que nos desorientan: cuando la música calla y los actores, solos o en parejas, se dedican a observar ya sea a la oscuridad o a los grotescos abismos de sus personajes y conflictos, entonces desciende un velo que lo difumina todo. Esto podría deberse a que aquí en Alemania no logran transmitirse los guiños a referentes políticos y culturales que deberíamos comprender en estos momentos.

Al menos queda claro que esta velada aborda con intensidad varios de los temas que ocuparán al Festival ¡Adelante! durante sus ocho días: el machismo, la violencia sexual contra la mujer, en especial contra las niñas, el abuso de poder. No es necesario saber mucho sobre las protestas en Chile para intuir que las heridas de los enfermos son resultado de un encuentro con los garrotes de la Policía. O cuando al policía Papageno se le revienta sin querer el cartucho del gas lacrimógeno. Al final se revela como un músico que solo por necesidad de dinero se encuentra del otro lado de las barricadas: de lado y lado existen seres humanos, claro. El verdadero monstruo, lo imaginamos, se encuentra en otro lugar.

Pero entonces, ¿cómo resistir? Cantando. Porque quien canta nunca estará solo. Aunque al final, de vuelta al hospital, calla la música y nos quedamos ante el aire que escapa sin tono desde la flauta traversa: el último aliento de Pamina.

 

La flauta mágica / Die Zauberflöte

Una coproducción internacional, adaptación libre de “La flauta mágica” de Wolfgang Amadeus Mozart y Emanuel Schikaneder, por Horacio Salinas (música) y Guillermo Calderón (textos)
En español con sobretítulos en alemán

Música: Horacio Salinas / Letras de las canciones: Julieta Venegas / Textos: Guillermo Calderón / Dirección: Antú Romero Nunes / Dirección musical: Horacio Salinas, Raúl Andrés Céspedes Venegas

Escenografía: Matthias Koch / Vestuarios: Magdalena Schön, Helen Stein / Iluminación: Ralph Kabrhel / Asistencia artística: Anne Haug / Dramaturgia: Lene Grösch / Dirección de producción: Felix Heimbach / Asistencia de producción: Eva-Maria Bergdolt / Asistencia de dirección: Rebecka Dürr / Asistencia de escenografía: Selina Termath / Asistencia de vestuario: Naomi Kean / Intérprete: Monica Mudersbach / Traducción de sobretítulos: Miriam Denger

Banda: Federico Scarso, Martin Bärenz, Pablo Chemor, Raúl Andrés Céspedes Venegas, Sara Musini
Elenco: Sheila Eckhardt, Mané Perez, Jonah Quast, Mariananda Schempp, Mariana Villegas, Friedrich Witte

La flauta mágica/Die Zauberflöte es una coproducción del Teatro y Orquesta de Heidelberg, la Fundación Internacional Teatro a Mil (FITAM, Chile), la Fundación de Teatro Emilia Romagna (ERT, Italia) y el Instituto Nacional de Artes Escénicas (INAE, Uruguay). Con el gentil apoyo del Instituto Goethe de México.

Duración: 1 hora 50 minutos, sin intermedio

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