Thriller de barrio

Por Leonard  Haverkamp
Versión en español por Margarita Borja

Heidelberg, 4 de febrero de 2024. El vecindario está alarmado: algo terrible ha ocurrido en el tranquilo barrio nuevo. ¡Un asesinato! ¡De una periodista! Allí yace su cuerpo inerte sobre un escenario de dos rampas a la manera de un medio tubo, situado en la mitad de la sala, de lado y lado, el público. Una vecina se acerca y le vuelve a poner el zapato. De tacón. La muerta se levanta y en consonancia con la tragedia de la situación, sendas lágrimas le bajan de los ojos arrastrándole el rímel. Es la presentadora del programa “Buenas Noticias” a quien no tarda en volverle la falsa sonrisa al rostro. La guardia vecinal, compuesta por ex futbolistas profesionales, defensores de derechos animales, amas de casa, tipos de pelo engominado y chalequito, se encuentra reunida a su alrededor. Al fin y al cabo, se trata de la seguridad del vecindario.

Detective hijito de mamá

En el día de la inauguración del Festival ¡Adelante!, Teatro El Almacén de Uruguay aborda desde la sátira la obsesión con la seguridad y los presuntos problemas de una sociedad acomodada. Nos presenta así una imagen autocrítica de un país relativamente próspero en el cual el conflicto muy real de inseguridad que viven las naciones vecinas parece ser bastante menos grave, o al menos no tan urgente como para tomárselo en serio.

El temor que domina a los personajes es el miedo a lo desconocido. Y para defenderse de ese algo que no saben bien qué es, los “Vecinos en alerta” andan bien armados. Y ya que todos tienen pistolas, es imposible saber cuál de ellos es culpable del asesinato a la periodista. Al detective a cargo del caso constantemente lo distraen de su trabajo los recuerdos de su madre muerta. Su conflicto con la madre es imposible de ocultar, incluso tras sus enormes gafas de aviador, su gorra que le ensombrece el rostro y su hablar y andar histriónico.

La solución: crème brûlée

Es una vecindad que oscila entre el espíritu comunitario y la desconfianza mutua, pero está dispuesta a hacer justicia por mano propia. Pasan de la confabulación a la agresión en menos de un segundo. Repentinamente nos encontramos ante una ruidosa pelea con espadas de samurai entre dos vecinas. Cualquier nimiedad enciende un tremendo drama, ya sea la preparación de un postre o la muerte de un perro a quien quizá no mataron las ratas sino el veneno contra las ratas que los preocupados vecinos del comité anti ratas echaron en la canalización. 

Tienen miedo al otro, sí, pero el mínimo contacto los lleva a alardear con orgullo sobre su supuesta conciencia social: como esa madre ricachona a quien se le acercó una niña pobre afuera del supermercado a decirle que le gustaría que ella fuera su mamá, y que por suerte tenía su crème brûlée casero para ofrecérselo, dando así por solucionado el problema. La atmósfera de temor parece nacer más del deseo de vivir y chismear sobre una aventura jugosa que de problemas reales y tangibles. En este barrio, los residentes pendulan entre un deseo de paz entre sus cuatro paredes y una razón picante para volver a sentirse vivos. 

Quizá algunos de los temas abordados en GUNS resulten familiares al público de Heidelberg, aunque las poses exageradas y el exceso de obviedades satíricas pueden llegar a cansar. Sazonada con una buena dosis de ardiente teatralidad, esta velada puede resultar entretenida, sobre todo para los aficionados a las telenovelas y el horror.

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